«La línea invisible» recrea los comienzos de ETA, las circunstancias que envolvieron el primer asesinato de la organización. Está dirigida por Mariano Barroso, responsable de notables películas como «Los lobos de Washington», «Todas las mujeres» y «Éxtasis», quien en los últimos tiempos ha destacado con la realización de dos excelentes miniseries: «El día de mañana» y esta misma. Mariano Barroso, un director que no se prodiga demasiado, dirige con mano maestra y enorme elegancia una serie que ha sido mimada al milímetro en casi todos sus detalles. No hay más que ver los comienzos de capítulo, siempre excelentes, justo antes de los títulos de crédito, para darse cuenta de que cada escena, cada palabra, cada línea de diálogo y cada mirada de los actores tiene un porqué detrás.
La serie hace uso de contención expresiva para narrarnos los orígenes de un drama que ha causado dolor a miles de familias. Construye un loable estudio de personajes, preocupándose de que éstos no parezcan unidimensionales -Melitón Manzanas es un torturador sádico pero también un padre cariñoso con su hija; Txabi Etxebarrieta es un joven inteligente y sensible que sin embargo hace daño a personas de su entorno, como a su madre o a su novia-. Los episodios se van cubriendo de suspense hasta que en los últimos llega la acción y la intriga te atrapa. Una mención especial merece el capítulo quinto, que se ocupa de la muerte de José Antonio Pardines.
Se nota que han tenido un buen presupuesto en la reconstrucción de aquellos años, el apartado artístico es brillante, da gusto ver los paisajes vascos, los coches antiguos,… La serie elabora un discurso contrario a la violencia, que muestra las consecuencias de empuñar las armas, lanza una mirada al pasado reciente intentando arrojar un poco de luz, algo que nos ayude a comprender mejor este mundo absurdo en el que vivimos.
El aspecto de la ficción es además, fabuloso, y cuenta con un montaje, unos decorados, un vestuario y una fotografía de categoría. Imposible no alabar también el trabajo de Asier Etxeandia o Antonio de la Torre, en mi opinión dos de los mejores actores que tenemos en España. Y por supuesto, la serie es un retrato certero y bastante riguroso de cómo comenzó la banda terrorista, que en sus orígenes era algo bastante diferente de aquello en lo que se convertiría después, y de lo fácil que fue tomar un camino que después muchos terminarían lamentando.

Aunque ese cuidado que se ha puesto en el guión, la dirección y los departamentos técnicos, aparece y desaparece cuando llegamos a las interpretaciones. Sería injusto decir que Àlex Monner está mal, porque ha demostrado con creces que es un buen actor y se fusiona con Txabi de forma admirable, pero no pone mucho empeño en el tema del acento y a ratos no resulta demasiado creíble. De hecho, es curioso cómo ninguno de los actores escogidos para dar vida a los primigenios pistoleros de ETA es vasco. ¿De verdad no había ningún joven actor de Euskadi que pudiera hacerlo? O, por lo menos, ¿no podrían haber cuidado todos un poquito más el acento? Esto, por supuesto, no quita que las interpretaciones sean buenas, ya que Anna Castillo, Patrick Criado y Enric Auquer están francamente bien, pero hubiera sido deseable que se cuidase más ese aspecto. Además, la serie combina escenas de enorme impacto e intensidad, con otras que quedan algo descafeinadas. En definitiva, una serie notable sobre una parte quizás algo olvidada de nuestra historia pero que merece ser recordada.