‘MERICHANE’, el nuevo single y desahogo revolucionario de la artista
Zahara tenía 12 años cuando en el colegio le pusieron el mote de «Merichane»; al principio pensó que era una burla a su nombre, María Zahara, pero poco después se enteró que ese apodo le venía por una prostituta del pueblo y, en consecuencia, «una manera sutil» de referirse a ella como tal. Lo que no sabia ni tampoco podía imaginar entonces es que, con el tiempo, ese nombre la acompañaría como título a una de sus canciones más valientes.
La cantante y compositora (y también autora de dos libros: la novela ‘Trabajo, piso, pareja’ y el poemario ‘Teoría de los cuerpos’) ha estrenado single este pasado viernes 15 de enero de 2020. ‘MERICHANE’ es el atrevido, valiente y profundo desahogo de Zahara en el que desgraciadamente muchas mujeres nos sentimos identificadas por alguno de los versos que la componen. La artista habla claramente y de forma directa sobre temas estigmatizados como el acoso, la violencia y el machismo haciendo también referencias al bullying, la ansiedad o los TCA en una canción que se refuerza con el videoclip dirigido por Guillermo Guerrero.
No es la primera vez que la cantautora plasma a través de la música como medio y canal su visión y perspectiva para explicar anécdotas personales, historias de tercerxs o hechos que le inspiran para visibilizarlos y que, en algunas ocasiones, genera controversia involuntaria por «su posicionamiento»: el debate en redes fue importante con su canción ‘Hoy la bestia cena en casa’, una crítica a la gestación subrogada. Esta vez no ha sido para menos, pero con una connotación distinta y positiva por la sororidad: miles de mujeres han usado el hashtag #YoEstabaAhí para contar sus propias experiencias al lado de Zahara y/o lo aludidas e identificadas que se han sentido por frases del single.
Un tema que se entiende con solo escucharlo, incluso para aquellos oídos que no quieren hacerlo… Una obra de arte que habla de forma distinta, sin pretender decir lo que se suele contar en costumbrismo arraigado que tristemente persiste en la sociedad y que debería dejar de pronunciarse… Una culpabilización por pecados inexistentes que solo se transforman en aceptados cuando se trata de ellas… Una confesión que rompe, o al menos intenta avanzar haciéndolo, con el estigma de dejar de proteger a quienes nos dañan… Una oración voluntaria de rodillas a SANTA ZAHARA, a la cual yo sí digo «amén».
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